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En el corazón del Valle del Polochic, un hito marca un cambio estructural en la forma en que las comunidades rurales pueden generar valor, conservar su identidad y fortalecer su economía. La apertura de la primera planta comunitaria de cacao en Santa Catalina La Tinta, Alta Verapaz, representa mucho más que una nueva infraestructura productiva: es la consolidación de un modelo de desarrollo sostenible liderado por comunidades Q’eqchi’, respaldado por alianzas público-privadas y por la cooperación internacional.
Este logro fue posible gracias al liderazgo directo de la Asociación APODIP y la cooperativa Coopekakaw R.L., organizaciones comunitarias que han guiado el proceso desde su concepción, articulando esfuerzos y representando los intereses de las familias productoras Q’eqchi’.
Esta planta permitirá que más de 1,800 familias productoras puedan transformar localmente el cacao que cultivan, agregando valor desde su propio territorio. Este paso estratégico permite mejorar ingresos, acceder a nuevos mercados y avanzar en la construcción de una cadena de valor del cacao con identidad cultural propia.
Un modelo de Finanzas Mixtas
Con el apoyo técnico y financiero de Heifer International Guatemala el proyecto se sustenta en un modelo innovador de finanzas mixtas que combina recursos filantrópicos con inversión responsable, enfoque que garantiza que el control y los beneficios permanezcan dentro de las comunidades que producen la materia prima.
De esta manera, las donaciones provinieron de la cooperativa francesa ETHIQUABLE, Heifer International Guatemala, Fundación Defensores de la Naturaleza y Rikolto en Latinoamérica. Mientras que las Inversiones de Impacto fueron realizadas por Oikocredit y Beneficial Returns, que permiten asegurar sostenibilidad financiera y expansión.
Producción con identidad y valor agregado
El licor de cacao es una pasta espesa, no alcohólica, que se obtiene al moler granos tostados y que sirve como base para elaborar chocolate, se exportará hacia mercados internacionales, incluyendo Europa, en alianza ETHIQUABLE. La planta tiene capacidad para procesar hasta 200 toneladas de cacao fermentado al año, posicionando al Polochic como un actor emergente en el sector chocolatero especializado.
Este logro es resultado de más de dos años de acompañamiento técnico, fortalecimiento organizativo y movilización de recursos liderados por Heifer Guatemala, alineados con una visión de desarrollo que parte de las comunidades y reconoce la agricultura familiar como pilar de la economía rural.
Soberanía económica y dignidad cultural
Durante el acto de inauguración, que contó con la presencia del presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, y autoridades nacionales y locales, el Director Senior y Represenante Legal de Heifer Guatemala, MA Lic. Gustavo A. Hernández Polanco, subrayó que el proyecto es “el resultado de un esfuerzo colectivo nacido desde las comunidades”, y no un modelo impuesto desde afuera.
Su mensaje fue claro: el desarrollo sostenible es realmente transformador cuando se construye desde el territorio, respetando la identidad, fortaleciendo capacidades y asegurando autonomía económica.
Un modelo de cooperación que sí transforma
La iniciativa fue posible gracias a la coordinación entre organizaciones comunitarias, entidades gubernamentales y cooperación internacional. El proyecto también contó con el apoyo del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación -MAGA- a través del Fondo Nacional para la Reactivación y Modernización de la Actividad Agropecuaria -FONAGRO-.
Este modelo de colaboración demuestra que las alianzas estratégicas pueden traducirse en resultados tangibles cuando existe visión compartida: dignificar la vida rural, hacer más inclusivas las cadenas productivas y abrir oportunidades reales para mujeres y jóvenes.
Más allá del cacao: un camino hacia un futuro sostenible
La planta no solo transforma cacao. También fortalece prácticas agroforestales sostenibles, promueve la gobernanza comunitaria, potencia el liderazgo local y contribuye a la conservación ambiental en una región históricamente vulnerable.
En un país donde las brechas de desigualdad rural son profundas, este proyecto se convierte en una referencia sobre cómo la inversión en soluciones locales puede generar cambios duraderos: de la finca a la planta, y de la planta al mercado global, sin perder la raíz cultural que sostiene el tejido comunitario.
La apertura de esta planta comunitaria reafirma el compromiso de Heifer Guatemala con una economía rural más justa, inclusiva y sostenible. Un desarrollo que nace en las comunidades, se organiza desde ellas y las proyecta hacia el mundo.